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Los efectos especiales nacieron prácticamente al mismo tiempo que el cine. Porque, si bien son los hermanos Lumiere quienes se han llevado la gloria de haber inventado el cinematógrafo, lo suyo tenía poco de cinematográfico. Era, como ellos mismos aseguraban, “una curiosidad científica sin ningún valor comercial”. El cine, el asombro, la magia -y por supuesto el negocio-, llegaron gracias a un mago, un prestidigitador que supo entender como nadie las posibilidades de aquella “curiosidad” para transformarla en un arte y elemento fundamental de la cultura popular del siglo XX. Aquel mago, homenajeado por Martin Scorsese para recuperar su memoria en la película “La invención de Hugo”, fue Georges Méliès, un visionario que nunca quiso ser notario de la realidad, sino transformarla con su inagotable imaginación. Y para ello tuvo que inventarse mil y un trucos (desde colorear fotogramas a simular una filmación bajo el agua colocando una enorme pecera entre la lente de la cámara y los actores) que perduraron durante muchos años. Hoy aquellos arcaicos efectos especiales nos resultan pueriles frente a las virguerías virtuales de las actuales producciones, pero su influencia fue decisiva.
Uno de los grandes responsables de que el cine resulte cada vez más espectacular y realista a la hora de crear escenarios generados por ordenador es el ingeniero español Víctor Gonzalez, fundador junto a Ignacio Vargas de Next Limit, empresa de referencia mundial en el terreno de la simulación digital. El chocolate en el que navegaban los Oompa Loompas de “Charlie y la fábrica de chocolate”, la recreación híperrealista del tsunami de “Lo imposible”, los escenarios de “El señor de los anillos”, o más recientemente muchas de las escenas de “Juego de tronos” fueron posibles gracias al software desarrollado por Next Limit. Tanto es así, que su prestigio dentro de la industria fue reconocido con un Oscar de la Academia de Hollywood en 2008.
Detrás de las espectaculares imágenes que vemos proyectadas en la pantalla hay mucho trabajo técnico porque, como afirma Víctor González, “el cine no es sólo arte, también es ciencia”. El trabajo de Next Limit consiste, precisamente, en conseguir que esa parte científica sea invisible a nuestros ojos, hasta lograr que lo que en realidad son un puñado de intérpretes delante de una tela verde puedan convertirse en un grupo de hobbits enfrentándose a los Nazgul. Quién sabe si en el futuro, como pronostica González, también esos actores terminarán desapareciendo para ser sustituidos por seres virtuales. Una posibilidad que hubiera fascinado al mismísimo Méliès.
Texto: J. L Álvarez Cedena
Imágenes de "Avatar", cedidas por 'Magik Media Entertainment'
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Los efectos especiales nacieron prácticamente al mismo tiempo que el cine. Porque, si bien son los hermanos Lumiere quienes se han llevado la gloria de haber inventado el cinematógrafo, lo suyo tenía poco de cinematográfico. Era, como ellos mismos aseguraban, “una curiosidad científica sin ningún valor comercial”. El cine, el asombro, la magia -y por supuesto el negocio-, llegaron gracias a un mago, un prestidigitador que supo entender como nadie las posibilidades de aquella “curiosidad” para transformarla en un arte y elemento fundamental de la cultura popular del siglo XX. Aquel mago, homenajeado por Martin Scorsese para recuperar su memoria en la película “La invención de Hugo”, fue Georges Méliès, un visionario que nunca quiso ser notario de la realidad, sino transformarla con su inagotable imaginación. Y para ello tuvo que inventarse mil y un trucos (desde colorear fotogramas a simular una filmación bajo el agua colocando una enorme pecera entre la lente de la cámara y los actores) que perduraron durante muchos años. Hoy aquellos arcaicos efectos especiales nos resultan pueriles frente a las virguerías virtuales de las actuales producciones, pero su influencia fue decisiva.
Uno de los grandes responsables de que el cine resulte cada vez más espectacular y realista a la hora de crear escenarios generados por ordenador es el ingeniero español Víctor Gonzalez, fundador junto a Ignacio Vargas de Next Limit, empresa de referencia mundial en el terreno de la simulación digital. El chocolate en el que navegaban los Oompa Loompas de “Charlie y la fábrica de chocolate”, la recreación híperrealista del tsunami de “Lo imposible”, los escenarios de “El señor de los anillos”, o más recientemente muchas de las escenas de “Juego de tronos” fueron posibles gracias al software desarrollado por Next Limit. Tanto es así, que su prestigio dentro de la industria fue reconocido con un Oscar de la Academia de Hollywood en 2008.
Detrás de las espectaculares imágenes que vemos proyectadas en la pantalla hay mucho trabajo técnico porque, como afirma Víctor González, “el cine no es sólo arte, también es ciencia”. El trabajo de Next Limit consiste, precisamente, en conseguir que esa parte científica sea invisible a nuestros ojos, hasta lograr que lo que en realidad son un puñado de intérpretes delante de una tela verde puedan convertirse en un grupo de hobbits enfrentándose a los Nazgul. Quién sabe si en el futuro, como pronostica González, también esos actores terminarán desapareciendo para ser sustituidos por seres virtuales. Una posibilidad que hubiera fascinado al mismísimo Méliès.
Texto: J. L Álvarez Cedena
Imágenes de "Avatar", cedidas por 'Magik Media Entertainment'
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La tecnología española que convierte en magia los efectos especiales de Hollywood elton john | |
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Science & Technology | Upload TimePublished on 4 Feb 2016 |
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